DISEÑOS PARA UN CUENTO

ERASE UNA VEZ………

La historia de una casa en el reino de Diseñolandia, donde todas las casas disponían de grandes privilegios con el rey Decoríliam y tenían grandes riquezas en sus interiores, donde los súbditos habitantes eran felices con todos sus complementos. Se podía decir que eran auténticos hogares, y sólo a la nobleza se le otorgaba tal honor.

No importaba el tamaño que tuviesen los hogares, grandes o pequeños, todos tenían gran poder político y financiero dominando al resto de las casas que no contaban con los contactos necesarios para que Decoríliam pudiese ver lo bueno que tenían en sus interiores. Pero la casa de nuestra historia tenía un problema aún mayor, estaba deshabitada y no tenía nada dentro para que ningún habitante quisiera simplemente conocerla.

Estaba construida con buenos cimientos, pero ninguna otra casa le daba ni los buenos días por no ser digna del reino de Diseñolandia, jamás llegaría a ser un hogar si no hacía algo, así que decidió que sus días de casa sin valor, tocaran su fin.

Largas noches en vela pasó nuestra protagonista hasta darse cuenta que en Diseñolandia nadie creería en ella para conseguir su propósito, así que decidió arremangar sus fuertes muros de carga y ponerse los zapatos de «Morintia», un presente que le regaló su abuela justo antes de su derrumbe y que tenían el poder de hacer andar a cualquier casa, palacio o mansión una vez en la vida el tiempo que necesitara.

Y sin decírselo a nadie, se aventuró en la oscuridad más absoluta de la  noche y se dirigió hacia Colorincón en busca de respuestas. Este lugar decían que estaba maldito, pues pese a su nombre, fue en su día la gran fortaleza de Diseñolandia, y tras la guerra de los hogares contra las tendencias durante años, allí tan solo quedaban restos de lo que antaño fue grandioso. Un sitio maldito por la leyenda y por la historia que le acompañaba.

Casa, llegó a Coloricón justo al alba, y allí solo encontró lo que todo el mundo rumoreaba y tanto temía,  las «casas abandonadas», que vivieron y conocían al detalle la historia de su majestad Decoríliam, y el malvado Rusticón, un caserón que quedó a merced del rey como consejero cuando este perdió a su reina. Le contaron a Casa cómo las malas intenciones de Rusticón conseguían engañar al rey haciéndose con el poder de Diseñolandia y todos los hogares que la habitaban. Casa se dió cuenta que su mundo tenía problemas más grandes que los suyos propios, y de no hacer nada, ni ella ni nadie sería feliz en mucho tiempo. Las «abandonadas» le advirtieron que meterse en los asuntos de Rusticón podría traerle consecuencias, pero que no obstante, en el Valle Tendenciero, podría encontrar un ejército dispuesto a ponerle fin a aquellas injusticias. Y sin pensarlo un momento, Casa se echó a correr sin aliento en busca del Valle Tendenciero.

Tuvo que reposar sin remedio para reponer fuerzas, ya que no estaba muy acostumbrada a caminar, y encontrando un sueño placentero. Casa empezó a oír risotadas y gritos de énfasis provenientes del otro lado del camino. Se asomó, y pudo ver un montón de sillas juguetonas que no paraban de mencionar algo acerca de las reglas del juego. Enmudecieron al instante al darse cuenta que Casa las miraba con detenimiento, una de ellas se acercó a ella, y su rostro, antes alegre y dicharachero, se torno serio y orgulloso, la miró y la reconoció al instante, -Eres la Bauhouse; la elegida para marcar un cambio en nuestras vidas-

De momento, todas las sillas se alinearon y marcaron la ruta que haría que Casa cambiara para siempre su destino. Y fue este el camino que consiguió reclutas por cada sendero, aldea y ciudad, uniéndose Lámparas de todas las familias, Cuadros, incluso Sillones con el mal genio que les caracterizaba. Y al final del camino, como dijeron las «abandonadas» todo un ejército se habría unido a la causa de una Diseñolandia justa donde la paz reinaría de nuevo.

Asustada pero decidida, Casa encabezaba a sus seguidores, dado que era ella quién significaba el cambio, y armada de sótano a chimenea, lanzó el primer ataque a Rusticón con su cuadrilla más valiosa, los Aparadores sanguinarios se hacían llamar, que luchaban a astillazos con el capitoné de los cueros curtidos del malvado consejero. Las Mesas, que intuían el alboroto de la batalla, cargaban con sus patas y tableros haciendo de escudo para los Sillones de alto rango. Las pérdidas se hacían notar en Espejos heridos y Lámparas que dejaban de brillar, y eso a Casa la paralizaba, tanto que en un momento de ira, gritó y gritó, tan alto que todos lo hogares, casas, muebles y habitantes congelaron sus acciones buscando la procedencia del sonido de alerta.

Se podía ver alPalacio real Decoríliam en lo alto del sendero mirar enfadado y sin comprensión en una sola dirección, al otro lado de su mirada podíamos ver a Casa, asustada, titubeante y con la respiración agitada buscando algo de perdón en el rey por montar aquel escandalo, solo quería explicarle sus motivos, pues sabía de los engaños que el rey sufría.

En medio de este afilado instante, una bola gigante se dirigió de golpe y porrazo contra Casa, destrozando por completo sus habitaciones más íntimas. El rey, sorprendido, mandó el alto pues no era orden suya, pero la bola, sin ánimo de parar, destrozó esta vez el salón y el recibidor de nuestra protagonista. Con dolores y llantos, Casa solo pudo ver como Rusticón se acercaba con unos zapatos como los que ella llevaba puestos, se arrodillaba junto a ella, y le arrebataba los suyos, quedando esta vez para siempre anclada a aquel terreno con las paredes derruidas y agrietadas. Parecía una nueva «abandonada» y sabía que los habitantes terminarían el trabajo por tratarse de una casa tan fea en Diseñolandia, eso no tenía sitio allí.

Todo estaba perdido, con  Rusticón y sus zapatos de Morintia ejerciendo el poder, los muebles astillados, y ella casi en su último aliento, la esperanza parecía desaparecer por momentos. Y fue solo entonces, cuando los hogares vieron por primera vez a Casa de otro modo, una luz deslumbrante salía del aquellos escombros y los muebles caídos se reponían por arte de magia. Decoríliam creyó levitar por unos instantes y los habitantes se dejaron llenar de una sensación creativa y llena de vida. Rusticón, lleno de ira, amenazó a excavadora limpia contra el mismísimo rey, era su ocasión de conseguir el trono, pero fué justo antes, que todos los hogares se agruparon en cadena para impedir el ataque y en un último esfuerzo, Casa desde su sitio, alcanzó a los pies del villano sacando de cuajo el poder de su movimiento, fijándose al terreno que sería su nuevo espacio de vida. Los muebles y aldeanos, enfurecidos, se encargaron de quemar hasta la última cortina infectada de su mala chicha, quedando solo polvo con olor a azufre.

Y como en todos los cuentos, el sol se hizo mas grande, las flores se abrieron de golpe y las ardillas se pusieron a jugar con los ciervos.  A Casa dejaron de anularla como persona, y se convirtió en la mayor mansión conocida en el reino con ayuda de todos sus amigos, que se quedaron a vivir dentro de ella. Decoríliam la nombró «EL MAYOR HOGAR DE DISEÑOLANDIA» consiguiendo de este modo cumplir su mayor sueño en estatus de nobleza e implantando la paz y la justicia en el reino que jamás debió cambiar.

Y colorín colorado, nuestras tendencias, solo han empezado.

Chema Rubio, diseñador de interiores

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